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Facultad de Matemáticas
Facultad de Matemáticas - Alejandro Aravena

entrevista. versión extendida
por Armando Caroca y Francisco j. Quintana

Alejandro Aravena

Arquitecto de la Pontificia Universidad Católica de Chile, 1992 con estudios de postgrado en Teoría e Historia en el Istituto Universitario di Architettura di Venecia, 1992-1993. Profesor invitado en Harvard University G.S.D. entre 2000 y 2005. Escogido por la Revista Architectural Record como uno de los 11 mejores arquitectos de vanguardia en el mundo, año 2004. Medalla Erich Schelling para Arquitectura, Alemania 2006. Actual Gerente General de Elemental Chile.

Francisco Quintana - Entre 1987 y 1993 egresaron de las escuelas chilenas muy buenos arquitectos, entre ellos Smiljan Radic, Mathias Klotz, Cecilia Puga y Sebastián Irarrázaval. ¿Crees que haya existido algún común denominador que pueda haber marcado la generación en que te encontrabas?

Alejandro Aravena - Descartando, el boom económico de los noventas no, porque tras el boom económico de 1982 se hicieron caracoles, que no fueron nada, por lo tanto el sólo hecho de que haya plata y una cierta cantidad de arquitectos dispuestos a capitalizar los proyectos, no es una ecuación suficiente.

Por otro lado la escuela de los 80 no tenía personajes muy marcantes como sí los hubo después. Hubo una generación que se concentró en una especie de rigor acotado, en leer bien el problema y resolver bien las cosas. Pienso en arquitecturas como la casa de Montserrat Palmer, o proyectos casi sin leguaje, difíciles de adscribir a cualquier corriente que anduviera dando vueltas en esos tiempos. Mathias Klotz y Smiljan Radic eran ayudantes de Teodoro Fernández y Montserrat Palmer, quienes eran una especie de semillero profesional que no cayó en el posmodernismo, que estaba ligado a este “hacer bien” y punto. Esa era una plataforma del punto de vista profesional.
Del punto de vista intelectual en los ochentas llegó de vuelta al país Fernando Pérez. No creo que él haya sido demasiado marcante en Smiljan ni en Mathias, pero había una cosa nueva que tal vez sí los puede haber marcado.

Habría que sumar que los 80 era un momento en que Chile estaba bastante desconectado del mundo. Era un momento político con mucho conflicto interno, nadie estaba demasiado preocupado. Elucubrando políticamente el tema, en los principios de los ochentas estaba la plata, pero no el  nivel de conflicto y efervescencia que hubo en la segunda mitad de los 80’s, por lo tanto había una especia de nube, como decir “sí, parece que no estamos tan mal, hagamos algo”, por tanto había tiempo para mirar hacia fuera. Aún cuando no llegara mucho, ese “mirar para afuera” significó el postmodernismo. 5 años después en la segunda mitad de los 80, había un conflicto interno mucho más potente, las universidades, centros de alumnos y todo el país estaba en este clima de plebiscito y no existía el tiempo ni la energía de estar mirando para afuera. Y segundo, no había plata. Creo que hubo un cambio de signo que suspendió la mirada de ver qué esta pasando fuera, por un atenerse a lo que tienes frente a las manos. Yo creo que se giró en los 80 de “qué hago con lo que tengo frente a mi, con esto, aquí y ahora”, que cortó ese estar mirando para afuera.

A título personal, recuerdo el rigor intelectual de los cursos de Fernando Pérez, y los libros que nos mostraban Teodoro Fernández y Montserrat Palmer. Sacaban un libro de Siza, cuando podrían haberte mostrado uno de Bofill. En los dos casos es España en los 80.

Ese aprender a sacar partido de la escasez se debe haber formado en uno más que otros. Luego estará cada uno con sus historias personales, la relación de Smiljan Radic con Manuel Corrada por ejemplo, que siguen una corriente que no tiene nada que ver con la arquitectura, con un set de referentes transversales, que no son la corriente principal. Lo mimo Cecila Puga o Eduardo Castillo. Después estaban otros personajes que forman y no forman parte a la vez, como Luís Izquierdo o la Católica de Valparaíso. Esta última en esos tiempos fue muy significativa, en sentido que después de 40 años deciden establecer algo de contacto con otras escuelas, y la experiencia de la UCV (Católica de Valparaíso) filtrada por no estar metido dentro de la escuela me pareció que también puede haber influido. Además que en el discurso lo que finalmente quedaba era ver qué hacen estos tipos con un par de ladrillos, de nuevo ese atenerse a lo que tienes en la mano.

FQ – ¿Crees que se continúa ese atenerse a lo que hay, o se habrá caído nuevamente en mirar demasiado hacia fuera, demasiado mundo revisteril?

AAYo creo se formó una especie de hábito en algunos, que independiente que se te haya abierto el espectro y el mundo nuevamente, permaneció el “que tengo aquí y ahora”. Luís Izquierdo, José Cruz, Smiljan Radic, Eduardo Castillo, Sebastián Irarrázaval, supongo que quedaron marcados por esta especia de hábito. Y que creo es la producción más interesante. No necesariamente la que genera más atención, pero es con la que uno se siente como más cómodo dialogando. Interesa pensar qué abra hecho este tipo ahora. A diferencia de otros casos en que uno ya a priori sabe cómo va a contestar. Ahora, estar al día tampoco está tan mal. Si uno mira Vivienda y Decoración encuentra una producción media que no está mal, nombres que no habías escuchado nunca. Si comparas esa producción media con Brasil o Argentina, es fatal. No podrías mirar un equivalente a una revista como Vivienda Decoración. Aquí cada tanto encuentras algo con lo que dices “mira no esta mal”.

Armando Caroca - ¿Eso se queda sólo en el mirar la obra o esa obra efectivamente estará aportando algo?

AA  - Esa es una cosa más difícil aquí y en cualquier lado. No es un problema que en Chile no ocurra. Un problema que en el mundo te cuesta mucho que eso ocurra. Si miras el Atlas de Phaidon que salió hace un par de meses (Atlas con los últimos 5 años, 400 proyectos, una especie de corte horizontal de 1998 al 2003), el 98 % de los proyectos son cosas que uno por lo menos sabe que eran esperables. Hay muy pocas en el mundo de esas que tu dices “y este tipo de donde salio?”. En ese sentido no está tan mal que sobre la producción uno diga “está correcta”, no sé si me abrió una cantidad de mundo que yo esperaba, pero al menos hay un nivel medio de producción que cada vez es más correcto en Chile, que me parece que no está mal. Todavía es poco, pero salimos de los casos típicos. Ya no hay que ir a mirarle la obra a tal o cual tipo, sino que abres la Vivienda y Decoración y te encuentras con un tipo que no te había sonado antes. No es el nivel de España, pero no está tan mal. Si comparas con otros países de la región, o incluso con el Atlas Phaidon, donde esa otra producción donde lo esperable es de un lenguaje de última moda, igual es esperable. Debe haber en ese libro 6 tipos que hacen cosas distintas. En Chile tendrás 4 o 5, son muchos!, no están en el Atlas de Phaidon, pero me parece que no está mal Chile en esa producción media razonable. Todavía es poca, pero que al menos hay. Antes no había.

Edificio Escuela de Arquitectura
Escuela de Arquitectura U.C.- Alejandro Aravena, Lorena Andrade
fotografía de francisco j. quintana

FQ – Volviendo a la época de estudiante, ¿qué fue lo que más te sirvió de la escuela?
AC – en un momento dices que después de salir tuviste que sacar la cabeza por encima del despliegue formal de la escuela

AA – Es raro. El peligro de lo que voy a decir va en que uno tendría que suponer que habría que hacer mal las escuelas para tener buenos estudiantes. Porque los profesores que yo tuve, salvo excepciones, eran bastante mediocres. Algunos bastante malos. Y porque eran tan abiertamente malos, tú inventabas una especie de actitud contestataria casi por el sólo gusto de probarle al profesor que estaba equivocado. Eso te obligaba a armar tu universo mental con independencia. De 70 profesores, 5 buenos. De lo que esos 5 profesores te dicen, ciertamente que hay ahí un cierto capital de aprendizaje, pero también había aprendizaje en los que eran muy malos. Recuerdo haber hecho talleres sistemáticamente para sólo llevar la contra, “a  ver qué hago en este curso que sea exactamente lo opuesto a lo que hace el profesor, porque sé que es malo”. Entonces generas una actitud, una cierta independencia, una cierta autonomía, que a lo que podría llevar a pensar entonces, es que hay que hacer una escuela muy mala para que los alumnos tengan que superarse por escasez. Entonces viene el tema de por qué pagar, si lo puedo hacer en mi casa, en fin, lo que la escuela te da es una cierta densidad. No hacías las cosas por tu cuenta, te juntabas con otros 10 que estaban en la misma. Yo creo que era una escuela muy competitiva, no sé qué tan competitiva sea la escuela ahora, o cuánto le interesa a la gente ser competitivo, pero una cosa que marcaba esa generación era “tengo que hacer un proyecto que le gane al resto”. Había una especie de ambiente que esperaba eso. Las correcciones finales de taller eran con mucha gente, y no quizás por hacer escuela, sino porque venían a ver quién ganó, y cómo los proyectos tenían una cuota de riesgo, era una buena competencia. No sé que tanto de eso se dé hoy.

FQ - Competitividad existe muchísima, pero no tanto a nivel de proyecto de arquitectura, se da más bien a un nivel de “la mejor nota”. En las correcciones de taller hay muy poca gente, cero interés. Y eso pasa porque el alumno medio de la escuela es muy apático. No sé si antes también habrá sido así, o será propio de nuestra generación, pero la apatía que se vive tiene a esta escuela vacía, por ejemplo es muy difícil traer gente a las charlas. En rigor, la motivación  para la mayoría termina siendo la nota, y lo diario de estar en la escuela es el simple hecho de venir, sacarse un 6 (como sea) y a la casa de vuelta

AA – No se si será por el ambiente político de esos tiempos. Sentías en  el aire que había algo por lo que te la jugabas, que no era estrictamente práctico, y no era necesariamente político. Eventualmente podría ser “voy a demostrarle algo a alguien”. Eso podía ser al resto del taller, a tu profesor, al mundo de la arquitectura, al país, lo que sea. Había algo de querer demostrarle algo a alguien de forma generalizada. Eso no hay ahora, tal vez sea signo de los tiempos, más que problema de escuela. Difícil de entender porque se cae en lo sociológico.

Pero por otro lado, no está mal que sea así, porque viene re poca competencia detrás de uno, y esto influye en la cantidad de pega que yo puedo esperar tener si sale gente apática. Por que hay algo muy extraño en hacer clases, ¿por qué yo querría preparar un tipo que me puede quitar la pega? Entonces, no está mal que esta generación sea tan apática, porque estoy corriendo carreras ganadas en el ámbito profesional. Y en ese sentido creo que el nivel de cliente que viene ahora es más exigente que el que había antes. Las generaciones que hay ahora, pueden estar mal preparadas para competir, y al final eso significa menos pega. Si por algún lado uno quisiera  romper esta cuestión de la apatía, no creo que debiera ser por una arenga ética, sino que sea simplemente porque vas a tener menos pega en el futuro. Sobre todo así como están las cosas hoy, aspirar a que vas a tener que trabajar solo en Chile es re poco como aspiración. Uno debiera plantearse el competir, o el trabajar, absolutamente en cualquier lado. Eso lo decía Hernán Riesco aquí en la escuela en los 80’s “yo preparo un arquitecto para que trabaje en el mundo”, en una época en que Chile no sabía que existía el mundo. Eso me parecía notable, aún cuando no le entendiéramos mucho de lo que Riesco quería decir con eso, pero te lo decía. Y hoy en día que se supone debiéramos estar más globalizados, no creo que sea una especie de cosa así como tan corriente en la escuela, que la mayoría esté estudiando para trabajar en cualquier parte del mundo. Deben estar suponiendo que salen, forman una oficina aquí en Providencia, van a tener pega y hacer proyectos por aquí o por allá. La escala de ambición también es más penca, y para esa escala de ambición, ser apático en la escuela no te alcanza, no te sirve para competir afuera.

AC – se espera demasiado que sólo por hecho de haber entrado a la Católica uno ya sale y tiene los proyectos ganados

AA – Y que fue lo que pasaba al principio de los 80, que tu universo era Chile. Si le ganabas a los otros chilenos ya estabas OK. Campeonato nacional OK, Copa Libertadores o clasificar al Mundial, era mucho tema. En cambio supongo que el verdadero ámbito donde están compitiendo Klotz, Radic, Izquierdo, no es el chileno. Ellos están en otra carrera, en otro circuito. Izquierdo en el MOMA, Radic y Klotz publicando en el extranjero. Están apuntando a otra cosa, otra escala.

AC – en ese sentido, respecto la escala fuera de chile, cuál  es la imagen qué se tiene de la escuela de arquitectura de la Católica?

AA - Bastante buena. Yo lo he escuchado ya de muchos lados y en distintos rangos. Desde la mejor de Latinoamérica, de las mejores del mundo. Yo creo que hay una escuela bastante atractiva.

AC – ¿y eso se mide por la escuela en sí misma, o más bien por la gente que ha salido de ella?

AA – Yo diría que es más por la gente que ha salido de la escuela. Pero está bastante bien considerada. Bastantes signos objetivos que lo explican, desde la bienal de Venecia, hasta opiniones personales de gente que no tendría porque estar haciendo cumplidos a la Católica.

AC – ¿existe una cierta línea de la Católica, así como uno ve en  la UCV una postura definida?

AA – No  lo se, pero sí cuando miras algo y preguntas quién lo hizo reconoces una cierta calidad de la producción. Más que una cierta manera, ves una cierta intensidad de obra, porque formalmente hay muchas cosas muy distintas. No se reconoce una especie de mano, como sí pasa en la UCV, donde se escribe y croquea igual. Eso no pasa aquí, aquí hay un nivel de intensidad de la obra que uno reconoce, pero no sólo de la obra, también puedes ver ese nivel si miras las publicaciones de la escuela, revistas, libros, etc. En las obras físicas de la Universidad hay una cantidad de acumulación de calidad que uno reconoce, más que una manera de hacer o un estilo.

Quinta Monroy - Elemental
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Vivienda Social Dinámica Sin Deuda "Quinta Monroy" - Elemental
fotografía de Enrique González

FQ – Respecto a lo del estilo, la forma de enfrentar los proyectos dentro de la escuela tiende a ser a través de demasiado referente que te llevan a un proyecto. Taller 1 contigo era distinto, se buscaba un hecho arquitectónico el cual llevar a forma, y eso no se ha vuelto a repetir con la misma intensidad en otros talleres.

AA – ¿y eso lo encuentras distinto?

FQ – claramente distinto

AA - A mí en ese sentido me sigue interesando mucho más, porque probablemente sea el rasgo distintivo que a mí me interesa, del cual me interesa colgarme. Esta cuestión de formular bien el problema, de leer bien los datos de la pregunta, de intensificar la pregunta. Las preguntas del arquitecto no están formuladas a priori. Hay un encargo, pero no necesariamente una pregunta. En ese demorarse en trabajar la pregunta es lo que más me interesa. Y probablemente esta es la cosa que me interesa más comunicar, yo creo que en la Católica debiéramos adelantarnos a muchos otros lugares del mundo, adelantarnos en la disciplina. Lo he discutido con otras gentes, pero no necesariamente es una cuestión compartida por la disciplina de la arquitectura en general. Debemos dejar de competir con otros arquitectos, debemos dejar de correr la carrera por ganarles a los arquitectos en la meta. Caricaturicémoslo, en la meta está “El croquis”, si es que creemos que la carrera que tenemos que correr, es la carrera para que te publiquen en una Croquis, estamos en la carrera equivocada. No debe ser la única opción. Debiéramos correr una carrera en que en la meta estuviera la revista “Times” o en el “Economist”. Llevémoslo a  Chile, nuestra carrera no está en Vivienda y Decoración, ni en el cuerpo E del Mercurio, nuestra carrera está en el cuerpo D o C. O sea que tenemos que conectarnos con problemas no arquitectónico, a los cuales se contribuye con conocimientos específicos que sí lo son. Se contesta con capacidad de forma a preguntas no arquitectónicas. Para eso, para tener esa aproximación al problema, no te queda otra que la pregunta sea una pregunta tratada e intensificada, con lenguaje común y corriente. De ahí esta cuestión de los hechos, y esta cuestión de atender a la pregunta, donde finalmente lo que tengo que poder explicar es en términos no arquitectónicos un problema el cual yo resuelvo con forma.

La forma es la que hace la diferencia para un problema que en sí no es formal. Por eso que me importa no entrar la referente, porque esa no es mi competencia, mi competencia es que haya un acuerdo en la pregunta que tenemos que resolver, con el cliente, actores políticos, lo que fuera. Y a esa pregunta le das el golpe de timón, o le resuelves esa ecuación que estaba sin resolver, a través de una forma, no “desde” la no forma. Es una especie de alternador que tiene que moverse entre arquitectura y no arquitectura. En esa carrera el referente es un problema privado, es lo que yo tengo que ver y lo que yo tengo que consumir para ser certero con el uso de la forma, pero no es algo que yo deba declararle al resto de las persona, porque qué le importa al tipo que yo haya contestado más a lo Ito o a lo Ban. No importa nada. Yo tengo que haber consumido mucha arquitectura para que cuando contesto esa pregunta no arquitectónica, le dé en el clavo. Pero es un problema personal, privado, y mi verificación por tanto se da no en ganarle a otros arquitectos, sino en que se sienta que hubo una diferencia en la respuesta que se dio por parte de los no arquitectos. Ese sentir que hubo una diferencia, por caricaturizarlo de una manera, merece la atención del Economist, del times o del cuerpo C del Mercurio.

A los pares tienes que estudiarlos, tienes que consumir mucho para después escoger la forma que venga al caso cuando tienes que resolver un problema que te plantean. Por eso hay que consumir tanta arquitectura. Pero justamente porque así tengo a disposición más materiales y más operaciones para contestar más eficientemente lo que me están preguntando con cosas que vengan al caso.  En ese sentido el prestarle atención a los pares y el hablar con los pares, es sólo porque te da más herramientas, pero creo que nosotros tenemos que enganchar con discusiones que son de los no-arquitectos, con otras carreras en la universidad, con otras profesiones,  con otros lenguajes, etc. En ese ámbito, no específico, hacer la diferencia con conocimiento específico. Eso creo que tiene muchas consecuencias, desde cómo te tomas lo del plan general de la Universidad. Tienen razón en que necesitas una formación general que enganche con ese lenguaje no específico, pero en ese universo no específico tienes que responder con una certeza que te la dan el haber pasado muchos años consumiendo información específica de la disciplina arquitectónica. Y eso requiere tiempo. Finalmente no puedes condensar el tiempo en 3, 4 años. Necesitas, para ser un buen instrumentista, haber pasado por 10 años de piano. Sobre todo cuando quieres pasar a planos más complejos, de carácter, de tono, de ambiente. Supongo que si estás bien formado intelectualmente lo vas a poder hacer por tu cuenta, pero finalmente  lo que creo que hay que tener claro es que hay que dejar de pensar que la carrera que estás corriendo es para publicar en revistas de arquitecto. El punto es que, como gremio, habría que estar educado y preparado para estar en buen nivel en ambientes no arquitectónicos. En esos ambientes, la apatía no te sirve. Digamos que a otros arquitectos les ganas con “look”, pones los cartones lo más cool posible, y les ganaste. Pero al no arquitecto no le ganas con eso, no le haces ni mella. Más cool, menos cool, no le haces nada, y en ese ámbito hay que ser bastante mas punzante. Finalmente lo que la apatía arma es una existencia roma, no haces nada, eres inofensivo.


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Facultad de Medicina - Alejandro Aravena, Fernando Pérez y SEREX
fotografía de francisco j. quintana

FQ - Para la fachada del Edificio de la Facultad de Medicina tuvieron que cambiar una serie de cosas. En ese sentido, ¿como fue la relación con el cliente, llevado a la forma del proyecto, con los cambios que implicó?

Es un caso quizás demasiado complejo y  largo. Lo que sí me parece es que uno no podría lamentarse sistemáticamente. Hay una cultura entre los arquitectos en que el cliente no está lo suficientemente educado para entenderte. Si el trabajo de arquitectura llega a fracasar, es porque eres un incomprendido. Yo creo que la figura del incomprendido en la sociedad hay que sacarla de frentón, y hay mucho en esta escuela de eso, de no aceptar así como está la cosa, y el transmitir constantemente, que no están suficientemente educados. Yo creo que a eso hay que hacerle un giro muy fuerte que no significa bajarse los pantalones. Yo supongo que hay una responsabilidad en el momento en el que se engancha con ese lenguaje no-arquitectónico, pasarse a ese campo, no quedarse en el campo del incomprendido. Como en todo, supongo que hay clientes en que hay una preocupación del otro lado, válida, que merece ser recogida,  y en otros, juzgando dentro del campo de ese lenguaje no especifico, simplemente no tienen razón. No digo que el caso de la fachada de la Facultad de Medicina sea lo uno o lo otro. Lo que sí creo que forma parte de la realidad de los proyectos es que cualquier cosa que no sea confrontada con el cliente en toda su dimensión no cuenta. En ese sentido la cantidad de proyectos que no tiene esa contraparte con la que tienes que negociar, no sirven de nada. Mientras no tenga la fricción de la realidad, dan lo mismo.


Casa Pirihueico - Alejandro Aravena, Jorge Christie, Víctor Oddó
fuente: revista ca 127 Santiago, Chile. 2006

FQ – Hace un tiempo escribiste en un artículo en Revista ARQ sobre cómo la arquitectura debía relacionarse con el paisaje, donde refutabas el contraste y la mimetización como únicos caminos, y hablabas sobre la casa en la cascada de Frank Lloyd Wright como una tercera alternativa. Ahora que te tocó hacer una casa en el sur de chile (Pirihueico), pudiste llevar esos temas a proyecto.

AA - No recuerdo precisamente lo que dije…

FQ - ¿Como lo enfrentaste ahora por lo menos?

AA - Esa casa del sur me tiene contento por varias razones. Primero porque habría sido fácil contestar con una forma que va a tener éxito. La forma con la que te ganas la portada de una revista, sabemos cuál es, que ocurra poco está bien, pero dentro de todo es fácil contestar con una caja abstracta. Internamente es fácil, todos sabemos qué hacer para salir ahí. Entonces hubo una pregunta explícitamente formulada por el cliente y aceptada por nosotros: ¿podemos enfrentar el problema de qué forma y qué lenguaje en seco, sin certezas, sin carreras corridas?,  y ver qué sale de esta cosa: pongámosle variables, pongámosle problemas: el clima, la construcción, los materiales, las vistas, el lugar, pongámosle toda esta información y veamos qué sale. Esto era una especie de masa a la que le íbamos sacando cosas e iba quedando una especie de artefacto. Finalmente la cosa fue haberse concentrado en el texto, no en el lenguaje, entendido por estilo. Nosotros nos concentramos en qué queremos decir, no con qué letra nos va a salir. Al dejar de prestar atención al lenguaje y concentrarse en lo que había que contestar probablemente es lo que explique por qué esa casa finalmente ha enganchado con una serie de estas cuestiones con un lenguaje que no sabíamos que podríamos haber producido, sin cuestiones preconcebidas, respecto al techo a dos aguas por ejemplo, sin ironías. Muchos arquitectos dicen “yo no tengo problemas para hacer un techo a dos aguas”, pero tú sabes que hay una especie de ironía  en eso, el tipo dice “soy tan cool que no me importa hacerlo a dos aguas”, pero no está hecho en serio, está hecho como un panfleto. O, el que dice “no, debe ser una caja porque lo otro no es suficientemente cool” ¿Hay alguna cosa que sin ironía y sin respuesta a priori, pueda encontrarle una solución al problema de construcción, climas, lugar, vistas, etc.,?

AC - En ese sentido, tú dices en los "Hechos de la Arquitectura" que quizás toda la materia arquitectónica del Partenón, resida en haber trasladado una forma de una lógica constructiva a otra. ¿Es posible entonces que una obra sea arquitectura respondiendo solo a una de las patas?

AA - Yo creo que no, finalmente en esa ecuación que logramos armar para esta casa, está el lugar, la geometría, las vistas, los vientos, las orientaciones. Entre estas tres cosas, vistas, vientos, orientaciones, respondes al lugar. Pero además, estas formas arriostran una estructura de madera, entonces las diagonales te quedan incorporadas en esta masa que esta diagonalizada (habría construcción), pero además estaba buscando una cierta envolvente para una situación arquitectónica interna, una especie de uso. Finalmente estas inflexiones de la forma o de la geometría responden a un cierto uso y no puedes no componerlo. Hay un tema de proporción por ejemplo en los marcos que enmarcan el paisaje. También es un problema formal. Te diría que son las cuatro. Para la exposición en Harvard hicimos una viga de papel de 20 metros de largo, que vuela como 3 metros. El pliegue le dio una resistencia que le permitió volar a tal punto que se asoma sobre la entrada de harvard, o sea  toma escala urbana.  Si no hubiera tenido ese pliegue, no me hubiera permitido tener esa escala urbana. Ese pliegue hace que la cosa se estructure como papel, pero además ese pliegue tiene una inclinación tal que permite leer cómodamente aquello que tiene impreso. Finalmente ese objeto estéticamente hablando, queríamos que expresara esta especie de tensión que buscábamos. Nader Tehrani en la introducción de la charla dice “qué otra forma podría haber tenido este objeto, es irreducible” y sin embargo contesta a estas 4 patas con la misma eficiencia.

Por lo tanto son siempre las 4 patas, y como son las 4 toma mucho tiempo. Exige mucha disciplina mental para no intentar contestar al problema a priori, porque si lo haces a priori siempre la respuesta va a ir por el lado de la forma, o por el de la opinión de los pares. Suspender esa cuestión para llegar a la forma.  Tienes que resistirte a darle el palo al gato de entrada, porque el palo al gato de entrada contesta siempre con lo mismo, una especie de deja vu. Es lo que pasa en el atlas de Phaidon, ya sabes cómo lo hizo el tipo, no tiene esa cosa de decir “y de dónde cresta salió esto”

FQ - “y de dónde cresta salió esto”, fue un poco lo que me pasó cuando ví la planta del segundo piso de la casa del sur, uno la ve y es caótica…

AA - …y sin embargo no podríamos mover ni un muro. Es un poco lo que pasa en la planta de la Acrópolis, no podrías mover ni un templo.

 

 

 


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